El Oro del Rin (Das Rheingold) es una ópera en cuatro actos con música y libreto de Richard Wagner. Es la primera, y que actúa como prólogo, de las cuatro que conforman el ciclo de El Anillo del Nibelungo. Se estrenó en el Hoftheater de Munich el 22 de Septiembre de 1869.
Historia de la Composición.
Aunque El Oro del Rin es la primera en las representaciones de la saga, fue la última en ser concebida, en lo que al libreto se refiere. Wagner empezó a escribir la historia por el final, aunque la primera intención de éste era la de hacer una sola ópera, se fue dando cuenta que, para el buen desarrollo de la historia, necesitaba contar los acontecimientos precedentes. Así en 1851, escribió en una carta, “Me propongo producir mi mito en tres dramas completos…” al que meses más tarde añadiría, “…que será precedidas por un gran preludio”
Empezó a trabajar en el preludio a partir de tres esbozos en prosa, en los cuales, el esquema se dividía en tres actos que en el boceto definitivo serían cuatro los actos. Para finales de 1852, ya tenía la copia definitiva del libreto en verso. Los nombres que barajó para el título de la obra fuerón tres: El robo: Preludio, El robo del oro del Rin y el definitivo, El oro del Rin.
Durante comienzos de la década de 1850, Wagner produjo unos esbozos musicales que luego utilizaría en el ciclo de El Anillo del Nibelungo. Según escribe el propio Wagner en su autobiografía que la idea musical le vino mientras estaba medio dormido en el hotel La Spezia en Italia.
Para principios de 1854, Wagner ya tenía desarrollada el primer esbozo musical de la ópera en dos o tres pentagramas. El desarrollo más detallado junto con la creación de la copia definitiva le llevó unos nueve meses.
Sipnopsis de la trama:
El Oro del Rin comienza con un preludio de 136 compases que representa los movimientos constantes y eternos del Rin. Esta melodía es seguramente una de las más conocidas de la partitura.
El poder de la música se eleva mientras el telón asciende. Se presentan a las tres doncellas del Rin jugando en las aguas del río, cuando Alberich, un enano nibelungo, aparece de las profundidades de la tierra e intenta seducir a las doncellas.
Ellas se burlan del aspecto y la torpeza del enano, lo que hace que Alberich se enfade e intente atrapar a alguna de las ninfas. En este intento se percata de un brillo que emana del fondo del río. Alberich, curioso, pregunta de donde viene ese brillo. Ellas le responden que es el Oro del Rin, que ellas mismas custodian, y que solo aquel que renuncia al amor podrá crear un anillo a partir del oro que permitirá a su portador dominar el mundo.
Las ninfas creen que el enano no es un peligro pero éste renuncia para siempre al amor, apoderandose del oro y dejando en la desolación a las tres hijas del Rin.
Acto II
En este acto aparece Wotan, rey de los dioses, que pide a dos gigantes que realicen un palacio para hogar de los dioses. A cambio del trabajo, Wotan ofrece como pago a Freia, diosa del amor, aunque confia en que no tendrá que cumplir su palabra.
Cuando los gigantes terminan el trabajo, reclaman el pago. Se basan que Wotan ha realizado el acuerdo sobre su lanza y estos pactos no pueden ser rotos por el rey de los dioses.
Loge, semidios del fuego, sugiere que existe un enano, Alberich, que ha robado el oro del Rin con el que ha forjado un anillo y está reuniendo una cantidad ingente de riqueza. Los gigantes y los dioses acuerdan que si les entregan las riquezas y el anillo del enano, entonces Freia será devuelta, hasta entonces los gigantes se la llevan como rehen.
En este espacio hay un itermedio orquestal que narra el descenso de Loge y Wotan hacia el Nibelheim. Uno de los momentos más interesantes del intermedio es cuando la orquesta empieza a disminuir el volumen de la música para que se puedan escuchar 18 yunques que simbolizan la labor de los enanos esclavizados por el cruel Alberich.
Acto III
Alberich ha esclavizado al resto de los enanos nibelungos y ha obligado a su hermano Mime a que le forje un casco mágico que permite a Alberich el convertirse en cualquier animal, así como volverse invisible para poder atormentar sus súbditos.
Wotan y Loge llegan a su destino donde Mime les relata la miseria que viven los nibelungos bajo el dominio de Alberich y sobre el anillo. Alberich a descubrir a los dioses, les increpa y amenaza, y lo mismo que el ha renunciado al amor, obligará a todo lo que vive a renunciar a él.
Mientras Wotan propone quitarle el botín por la fuerza, Loge le invita a utilizar la astucia. De esta manera, Loge le alaba su poder y le invita a demostrar el poder del casco, primero convirtiéndose en un dragón y después en un sapo. Cuando el enano se convierte en lo segundo, Wotan le pone el pie encima y sujetarlo. Así consiguen maniatarlo y atraparlo y llevarlo hasta la sima por donde bajaron.
Acto IV
Wotan y Loge obligan a Alberich a entregar su fortuna a cambio de su libertad. Una vez entregado el oro, Wotan le arrebata el anillo y se lo coloca en el dedo. En este momento, el enano lanza una maldición sobre el anillo. Hasta que no le sea regresado, todo aquel que no lo tenga lo deseará y el que lo posea solo cosechará penas y muerte.
Aparecen los gigantes juntos a Freia, desde el principio éstos reclaman que para que el intercambio ye lleve a cabo debe haber el suficiente oro para que Freia quede oculta tras el oro. Una vez amontonado, los gigantes reclaman el anillo para completar el monton, Wotan se niega a entregarlo.
En plena discusión, Erda, el alma antigua de la tierra, la que todo lo sabe, la madre de las tres normas que tejen el hilo de todos los destinos, emerge de las profundidades. La diosa augura un ignominioso fin de los dioses y conmina a Wotan a devolver el anillo.
Wotan arroja el anillo al monton, los gigantes librean a Freia y mientras se dividen el tesoro, se enzarzan en una discusión para saber quien será el poseedor del anillo, lo que termina uno de ellos asesina al otro a golpes. Wotan, de ésta manera, se da cuenta del poder de la maldición que ha lanzado Alberich sobre el anillo.
Finalmente, Wotan lleva a los dioses al nuevo castillo y lo bautiza con Valhalla. La ópera termina con las ninfas del río Rin lamentando la perdida de su oro. El telón cae.
No hay comentarios:
Publicar un comentario