sábado, 3 de diciembre de 2011

La Valquiria 3/5





La Valquiria (Die Walkürie) es una ópera en tres actos con música y libreto de Richard Wagner, la segunda de las cuatro óperas del “El Anillo del Nibelungo”. Es, de toda la tetralogía, la que se representa más asiduamente. Fue estrenada en el Hoftheater de Munich el 26 de junio de 1870.


El personaje de Brunilda (la valquiria protagonista) es interpretada por una soprano dramática “wagneriana” con una voz suficientemente poderosa como para remontar la orquesta de más de cien integrantes y es uno de los dos grandes papeles para soprano de la ópera, el otro corresponde a Siglinda.

Wagner se inspiró en la mitología nórdica al escribir esta obra, especialmente en la Volsunga. Las valquirias son las hijas del dios Wotan (Odín) y la madre tierra (Erda), concebidas como doncellas guerreras para defender el Olimpo germánico (el Walhalla), y recoger las almas de los héroes muertos en batalla para llevarlos a su descanso eterno.

La famosa introducción al tercero y último acto describiendo a las guerreras semidiosas en sus corchetes se conoce como “Cabalgata de la Valquirias”.

Argumento

Acto I
En este acto, Wagner juega con lo nombres de los personajes principales. Los personajes de Wotan, Sigmundo y Siglinda no revelan sus verdaderos nombres hasta la parte más tensa del acto.

El acto comienza con Sigmundo buscando refugio en una casa durante una tormenta muy violenta. La casa pertenece al guerrero Hunding, al no encontrarse este en casa, Sigmundo es recibido por la descontenta esposa del guerrero, Siglinda, a la que le pide refugio ya que está huyendo de sus enemigos. Después de que termine la tormenta, Sigmundo se prepara para irse, alegando que la mala fortuna lo persigue y no quiere que llegue a la casa de Siglinda. Siglinda le ruega que se quede ya que no puede llevar mala fortuna a la casa en donde la mala suerte ya habita.

Siglinda se siente cada vez más fascinada por su huésped y le pide que le cuente su historia. Sigmundo empieza a narrar que en un viaje a casa junto a su padre encontró a su madre muerta y que su hermana había sido secuestrada. Su padre y él comienzan un largo viaje hasta que deciden tomar caminos diferentes. Después de esto, Sigmundo se topa con una niña que estaba siendo obligada a casarse, Sigmundo se apiada de ella y lucha contra sus parientes para evitar el matrimonio. Las armas de Sigmundo fueron dañadas y la niña murió, siendo en la huida de este suceso como llega a la puerta de Siglinda. Durante todo el relato Sigmundo no revela su verdadero nombre, sino que se hace llamar Welwalt.

Cuando Sigmundo termina el relato, Hunding, que había llegado a la casa, revela que es una de las personas que buscaba al guerrero que había impedido el matrimonio de la niña. Aun con esto, Hunding permite que Sigmundo se quede una noche más, pero al amanecer tendrán que luchar uno contra el otro.

Siglida revela que puso un tipo de droga en al bebida de Hunding para que duerma profundamente y luego revela que ella se había visto obligada a casarse con Hunding. Durante su banquete de bodas, un hombre de avanzada edad había aparecido y había ensartado una espada en el tronco de un fresno. Nadie, hasta el momento había podido sacar la espada del árbol y que Siglida estaba esperando al héroe que la pudiera sacar y liberarla, tanto a la espada como a ella.

Sigmundo revela el nombre de su padre era Wälse, Siglida reconoce el nombre como el anciano que insertó la espada en el árbol, que dijo que su hijo Sigmundo sería el único que podría extraerla. Siglida descubre a Sigmundo, y este expresa el amor por ella y Siglida lo corresponde. Sigmundo librea fácilmente la espada y Siglida revela su propio nombre, además del hecho de que ella es la hermana secuestrada de Sigmundo. Él y Siglida huyen de la casa de Hunding.


Acto II
Wotan se encuentra en una montaña con Brunilda, su hija que a su vez forma parte de las valquirias. Este le ordena a su hija que proteja a Sigmundo cuando tenga que enfrentarse con Hunding. Aparece Fricka, esposa de Wotan, y demanda que Sigmundo y Siglinda sean castigados por cometer adulterio e incesto. Fricka sabe que Wotan, vestido de mortal y llamándose Wälse, es el padre de Sigmundo y Siglida. Wotan argumenta que lo hizo porque necesitaba un héroe que no tenga relación con él para llevar a cabo sus planes. Pero Fricka lo contradice diciendo que Sigmundo solo es una marioneta de Wotan y este, acorralado, promete que Sigmundo morirá.

Wotan narra sus planes. Erda, al final de “El Oro del Rin” se había dado una advertencia a Wotan y este la seduce para que le cuente de qué se trata la profecía. De esta relación nacieron Brunilda y otras ocho hijas que son las valquirias guerreras, encargadas de recolectar las almas de los héroes caídos para poder formar un ejército para luchar contra Alberich. El ejército de Valhala fallaría si Alberich si este llegase a apoderarse nuevamente del Anillo, el cual se encuentra en manos de Fafner, el gigante que sale victorioso en “El Oro del Ring”. El gigante se convierte en un dragón, utilizando el Yelmo forjado por lo enanos y se esconde en un bosque con el tesoro de los nibelungos. Wotan no puede quitarle el anillo a Fafner, ya que lo otorgó bajo promesa de no intentar recuperarlo, y por tanto necesita un héroe que derrote a Fafner, pero como había dicho Fricka, Wotan no podía crear esclavos para si mismo. De mala gana, Wotan ordena a Brunilda que asesine a su hijo Sigmundo.



Siglida y Sigmundo se encuentra en un camino entre dos montañas cuando aparece Brunilda y revela el propósito de su aparición. Sigmundo rehúsa a seguir a la valquiria a la Valhala cuando descubre que Siglida no lo puede acompañar. Brunilda queda impresionada por el valor de Sigmundo y decide protegerlo en vez de matarlo.


Hunding aparece y se enfrenta a Sigmundo que, gracias a la protección de la valquiria, tiene un poder extraordinario que le permite dominar a Hunding. Aparece Wotan y destruye la espada de Sigmundo, hecho que aprovecha Hunding para matar al guerrero. Brunilda huye junto a Siglida y los restos de la espada de Sigmundo. Wotan mata a Hunding y persigue a Brunilda.

Acto III
Las otras valquirias se encuentran reunidas al pie de la montaña, cada una con su héroe en su bolso. Las valquirias se sorprenden cuando Brunilda aparece con una mujer viva. Brunilda pide ayuda, pero sus hermanas no osan desafiar las órdenes de su padre Wotan. Brunilda decide distraer a Wotan mientras Siglida huye, no sin antes descubrir que se encuentra embarazada de Sigmundo y que le pondrá el nombre de Sigfrido.

Wotan aparece furioso y castiga a Brunilda. La condena a dejar de ser una valquiria y se ve despojada de sus inmortalidad, además, la condena a que duerma cerca de la montaña y sea presa fácil para cualquier hombre que pase por ahí. Brunilda pide misericordia y le recuerda el valor de Sigmundo y la primera orden que le dio Wotan de protegerlo. Wotan se apiada de ella y le concede una llama mágica que la protegerá de todos menos del guerrero más valiente.

Wotan pone a Brunilda sobre una roca y la somete a un estado profundo de sueño, Wotan llama a Loge, dios del fuego, para que cree la llama que protegerá a Brunilda. Despojado de sus dos hijos, Wotan se retira con una gran tristeza.

Líos, líos y…más líos.

Un autor desconocido, intentando describir las entramadas relaciones familiares que aparecen en “El Anillo del Nibelungo”, definió la posición de Sigmundo de esta manera: “Sigmundo es el suegro de su hermana Brunilda y el cuñado de su hijo, el marido de su hermana y el suegro de la mujer cuyo padre es el suegro de su hijo”. No obstante, esta descripción a manera de burla no sólo se ríe de las obtusas relaciones, sino que además expone toda una red de enredos amorosos marcados por los incestos y el adulterio, los cuales van totalmente en contra de las ideas de moralidad de la burguesía del siglo XIX.

Wagner, que no era precisamente mojigato, sabía perfectamente la cadena de inmoralidades que había puesto en marcha, Fricka, la protectora del matrimonio, se queja: “Mi corazón deja de latir, la cabeza me da vueltas: ¡Relaciones maritales entre hermano y hermana!”. Pero, como si el incesto no fuera ya suficiente, los amantes están además cometiendo adulterio, ya que Siglida, en contra de su voluntad, está casada con Hunding.

Aparte de este juicio moral sobre los personajes de Sigmundo y Siglida, la situación tampoco resulta apropiada para el desarrollo del amor humano. En su búsqueda del “héroe privado de protección divina”, Wotan, bajo la apariencia de Wälse, ha engendrado gemelos (Sigmundo y Siglida) los cuales crecen separados el uno del otro, en un ambiente cruel y sin amor. Sigmundo ha sido educado por su padre para que se convierta en una criatura asocial, en un proscrito perseguido, que desde hace muchos años vaga sin hogar por el mundo, y sin embargo, su amor se enciende en cuanto se conocen –un amor tan sobrecogedor que uno no puede vivir sin el otro-. Es significativo que Siglida muera al dar a luz es decir que muera al dejar de llevar la muestra de su amor.

No es pura coincidencia que Wagner escogiera precisamente la moralmente más reprochable relación de todo el “Anillo”, para representar el verdadero amor humano. De hecho, la capacidad de los dos amantes de amarse el uno al otro disminuye en proporción a la aceptación social de su relación. Los matrimonios en el Anillo, por ejemplo el de Wotan y Fricka, o el de Siglida y Hunding, se caracterizan por la ausencia total de amor y de hecho por la violencia.

La música de Wagner destaca la particularidad única de esta fértil relación utilizando por primera vez “el motivo de redención”, que también puede oírse al final de toda la tetralogía. Evidentemente, Wagner consideraba la institución del matrimonio, como totalmente incompatible con el amor. Resulta muy significativo que sea bajo su punto de vista, la disputa matrimonial entre Wotan y Fricka, con relación a la unión de los gemelos, lo que marca el verdadero comienzo de su declive.

La propia experiencia matrimonial de Wagner, fue muy parecida. El mismo consideraba al matrimonio como “la maldición de su vida”. Y fue precisamente cuando trabajaba en La Valquiria que debió darse cuenta de esta maldición, ya que coincidió con el apogeo de su ilícito idilio con Matilde Wesendonk, esposa de Otto Wesendonk, mecenas y anfitrión de Wagner. Él por su parte, estaba todavía casado con Minna, así que su amor se basaba en adulterio por partida doble. Esta relación extra matrimonial no fue de ninguna manera la única: sus dos matrimonios, con Minna y con Cosima (con la que probablemente se casó sólo por la presión del público y del Rey Luís II de Baviera) estuvieron marcados por los frecuentes adulterios que a menudo lo conducían a una pasión sin límite. Wagner sacó beneficio del matrimonio, ya que, aunque acabó con su amor y pasión, sin esta institución el artista Wagner, quizá nunca habría existido.




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